CUENTO
DE NAVIDAD
Ese momento quedo grabado
en la memoria de la historia familiar como una anécdota graciosa y
como “no siempre la caridad como tal, es bien interpretada”
Toñito, que es el nombre que le damos hasta el día de hoy siendo ya
hombre adulto y con hijos. Es una persona sensible y cariñosa,
siempre estaba pendiente y recogía a los animales que encontraba
desamparados en unión de sus hermanos mayores que compartían esa
sensibilidad por los animales, llegaron a tener en casa gatos,
conejos, tortugas, peces y hasta ranitas pequeñas que solíamos
recoger en un rio cercano, su hermano mayor Cesar mas curioso y
acucioso que ninguno, solía pintar con un pincel muy pequeño una
marca en la espalda de las hormigas, para descubrir que hacían todo
el día caminando de arriba abajo. Su hermana Pilar ya desde esa
edad era sensata, cuidaba que los hermanos no se desmadraran, en una
oportunidad encontré a Toñito sembrando en el jardín interior de
la casa una a una las cacas de los conejos, yo volvía de trabajar y
lo encontré muy afanado haciendo la siembra, al preguntarle por que
lo hacia, me contesto con esa alegre y dulce voz que tienen los niños
“es para que igual que los arboles dan frutas. quiero tener en el
jardín un árbol para que salgan “conejitos” Ese era y es Toñito
una persona sensible y buena, igual que sus hermanos.
Esta
pequeña historia que les cuento ahora sucedió hace mucho años
cuando el era un niño de unos seis o siete años, su madre le había
dado unas monedas de propina y lo llevó a la panadería a comprar
los clásicos dulces de navidad, el muy contento acompaño a su
madre, compraron los dulces y al momento de salir del local se
percató que una anciana sostenía entre sus manos un vaso de papel.
El, sensible como era, pensó inmediatamente en darle una limosna y
ni corto ni perezoso echo la mano al bolsillo y saco rápidamente una
de sus monedas y alargando su manita dejo caer la moneda dentro del
vaso de la anciana, lo que sucedió a continuación no lo esperaba ni
el ni su madre. Primero se oyó un “plop” Ruido que hizo al caer
la moneda dentro del café de la anciana, seguidamente la mirada de
sorpresa primero
y luego de enfado de la viejecita fue suficiente para que Toñito
raudamente se escondiera detrás de su madre. Ella intento
disculparse con la anciana, quien dio media vuelta y se
marcho mascullando frases entre dientes,
no quiso ni recibir ni oír disculpa alguna, y
se marcho del local muy enfadada.
Esas navidades este fue
el cuento de navidad de como muchas veces la caridad no es bien
interpretada y que al café solo se le echa azúcar o sacarina pero
no monedas.........
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