miércoles, 3 de diciembre de 2014

Sueños rotos

Sueños Rotos

En esa época vivíamos por razones de trabajo de nuestros padres, en la cuidad de Tingo Maria, capital de la Provincia de Leoncio Prado, que pertenece al Departamento de Huánuco ubicado en la parte oriental de la Cordillera de los Andes, a esa zona se le denomina ceja de selva por que es donde empieza la impresionante Amazonia Peruana, esta a unos 600 metros sobre el nivel del mar, zona muy calurosa y con espectaculares paisajes en fin un sitio idílico para vivir. El Padre Bernardo, que era así como se llamaba el sacerdote de la única iglesia del pueblo en esos años, era una persona del lugar, había nacido en un pueblo cercano y con el correr de los años después de los estudios en el Seminario de Santo Toribio en la Cuidad de Lima fue ordenado sacerdote. Al primer sitio que lo enviaron para ejercer su apostolado fue a Tingo Maria, lo que acepto muy contento, era buen sacerdote, muy cercano a la gente del pueblo, lo respetaban y querían, solíamos verlo en las fiestas del pueblo compartiendo con los vecinos las ricas comidas tradicionales del lugar como, El tacacho con cecina, los juane , el inchicape de gallina, o bebiendo las bebidas tradicionales como la aguajina, el chapo o la cocona, cuento todo esto para describir que era una persona cercana. Corria el año de 1969, un año antes en la cuidad de Chimbote entre los dias 21 al 25 de Julio el padre Gustavo Gutierrez divulga la Teologia de la Liberacion en la cual el pobre es el eje principal de la iglesia El padre Bernardo hombre joven de unos 35 años, sensible y sincero ya practicaba ese acercamiento a los pobres, solía estar pendiente de las familias que tenían necesidades económicas y con la ayuda de las familias mas solventes lograba ayudarlos, nunca nadie que lo busco con alguna necesidad se fue sin haber resuelto su problema. En fiestas especiales como las navidades o el aniversario patrio el Padre Bernardo era uno mas en la meza de nuestra casa, amigo de nuestros padres,nosotros lo llegamos a considerar como uno mas de nuestra familia. En alguna ocasión lo acompañe con mi guitarra y el con su acordeón a dar serenatas a alguna chica que festejaba su cumpleaños. Era una persona extrovertida y agradable. Sucedió que un día de Enero, de pronto el padre Bernardo no estaba en la iglesia del pueblo, nos enteramos que sus superiores lo habían llamado a capitulo. La chismografia del pueblo hervía en comentarios, unos opinaban una cosa, otros opinaban otra, en fin mil y una conjeturas, eran la comidilla del pueblo. A los 15 días llego al pueblo otro sacerdote, este era de ascendencia Alemana, alto casi dos metros, muy delgado y rubio, vamos la antítesis físicamente del Padre Bernardo que era pequeño, cetrino y de cabello lacio y negro. Este sacerdote de nombre Jurgen, trajo una carta dirigida a mis padres de parte del buen padre Bernardo, en esa carta les contaba a ellos el por que de las extrañas circunstancias de su partida. Años después tuve acceso a esa carta la leí y comprendí que este buen sacerdote era un ser humano como otro cualquiera,con todos lo errores y aciertos, en esa carta, contaba que el deseaba desde siempre ser sacerdote, cumplir ese apostolado había sido el anhelo de su vida pero, se había enamorado de una preciosa “charapita” una chica del Departamento de Loreto, la había conocido en el pueblo vecino cuando ella estaba de visita en ese lugar, el padre Bernardo antes de caer a la tentación, había optado por lo mas sensato y correcto, escribió una carta a sus superiores pidiendo la dispensa de sus votos sacerdotales e inmediatamente sus superiores lo llamaron a capitulo, contaba en esa carta de los largos días que paso en los claustros del seminario en Huanuco pensando en su Bella Durmiente, que es como se llama a la montaña con forma de mujer dormida que adorna el horizonte la cuidad de Tingo Maria. Al final el hizo prevalecer su amor por sobre todas las cosas. Muchos años después, en la cuidad de Lima coincidí con el, lo reconocí de inmediato, me acerque y lo salude, cuando me identifique se alegro mucho, preguntándome por mis padres y hermanos, nos fuimos a tomar un café y conversamos largamente de nuestras vidas, el me contó como había conocido a la hermosa charapita que era su su esposa y con la cual tenia tres hijos. El era catedrático de la universidad San Martín de Porras llevaba una vida tranquila, no se arrepentía para nada de haber echo caso a su corazón y sentimientos, la luz que irradiaba su mirada lo decía todo, no tenia que explicar nada mas. Yo me alegre por el, había encontrado su felicidad al lado de la mujer amada. Al fin y al cabo es lo que todos deseamos encontrar un poco de felicidad. Aunque en el camino queden sueños rotos.


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